Les tocó en suerte una época extraña. El planeta había sido parcelado en diversos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de antiguas y recientes tradiciones, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos.
Esa arbitraria división era favorable a las guerras. López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown.
Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en un aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.
Juan López y John Ward
Jorge Luis
Borges
Los
conjurados, 1985
Algo más sobre el poema en esta nota de Daniel Mecca, en Clarín:
En Los conjurados, Borges incluyó una prosa breve titulada Juan López y John Ward que había sido publicada originalmente en Clarín el 26 de agosto de 1982. Se trata de un texto sobre la Guerra de Malvinas. Habla de dos jóvenes, uno argentino y otro británico, ambos amantes de la literatura, ambos enterrados en la nieve continental, y una trama que busca revivir la tragedia de Caín y Abel denunciando la guerra.
"Después de su publicación en Clarín, el poema fue tomado por el movimiento anticonscripción que se había formado después de la guerra de Malvinas, y exhibido en afiches sobre las paredes de Buenos Aires", precisa Edwin Williamson en la biografía que escribió sobre el escritor.
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